Las fases del ciclo del Abuso Narcisista
Muchas personas atrapadas en una relación con un narcisista saben —o intuyen— que algo va mal.
Y sin embargo… no se alejan.
No porque no quieran, sino porque se sienten culpables, confundidas o incluso responsables de lo que está pasando.
Porque han llegado a pensar que si se esfuerzan más, si cambian, si comprenden mejor al otro… tal vez todo mejore.
Esto ocurre en relaciones de pareja, pero también en vínculos familiares, en entornos laborales, entre amigos e incluso en contextos donde se supone que alguien debía cuidarte o guiarte.
Quizás te has dicho cosas como:
“Tal vez estoy exagerando.”
“También ha tenido una vida difícil, no puedo ser tan duro/a con él/ella.”
“A veces me trata bien, quizá soy yo quien está fallando.”
“Ya hemos tenido momentos buenos, ¿y si vuelven?”
Estas frases no nacen de la debilidad.
Nacen del ciclo del abuso narcisista, una dinámica tan sutil como devastadora, que alterna momentos de afecto o falsa conexión con manipulación, desprecio y control.
Y que te mantiene enganchado/a emocionalmente sin darte cuenta.
No es tu culpa.
No estás exagerando.
Y no estás solo/a.
En este artículo te explicamos cómo funciona este ciclo, por qué es tan eficaz… y por qué verlo con claridad es el primer paso para salir.
Idealización: la trampa dorada
Al principio, todo parece perfecto.
El narcisista crea una imagen idealizada de ti. Te hace sentir especial, único/a, visto/a como nunca antes. Te colma de atención, elogios y gestos de aparente conexión emocional.
Esto se conoce como love bombing, y es una fase diseñada para generar dependencia emocional.
Lo que experimentas no es amor auténtico, sino una estrategia de seducción y captura.
“Nunca nadie me ha hecho sentir así” es una frase muy común en esta etapa.
Esta fase puede durar desde semanas hasta años. Y a veces regresa momentáneamente cuando el narcisista necesita recuperar el control (hoovering o “reenganche”).
Devaluación: el derrumbe emocional
Una vez que siente que te tiene, empieza la segunda fase: la devaluación.
De forma sutil o directa, comienzan las críticas, los reproches, la indiferencia, el sarcasmo.
Ya no eres la persona perfecta: ahora “no haces nada bien”, “has cambiado”, “le decepcionas”.
Aquí suelen aparecer técnicas de manipulación como:
- Gaslighting (te hace dudar de tu percepción)
- Proyección (te culpa de lo que él/ella hace)
- Culpabilización constante
- Aislamiento progresivo
La víctima entra en un estado de confusión y ansiedad, intentando desesperadamente recuperar la conexión inicial.
Descarte: el abandono emocional o físico
Cuando ya no le eres útil, el narcisista te descarta. Puede hacerlo de forma fría, violenta o incluso fingiendo que es por tu bien. A veces te reemplaza de inmediato, sin explicaciones.
Este descarte puede ser:
- Emocional: distanciamiento afectivo, indiferencia, silencio
- Físico: ruptura, desaparición, bloqueo
Pero lo más doloroso es que muchas veces, tras el descarte… el ciclo vuelve a empezar.
El narcisista puede reaparecer con nuevos halagos, promesas de cambio o fingiendo una reconciliación.
Es parte del refuerzo intermitente, que genera adicción emocional.
¿Por qué este ciclo es tan efectivo?
Porque no es lineal.
Porque alterna dolor con momentos de alivio.
Y porque genera en la víctima una profunda disonancia cognitiva:
“¿Y si soy yo el/la que está mal?”
“Quizá sí puede cambiar…”
“También me hizo sentir cosas bonitas”
Este ciclo no solo causa desgaste emocional, sino que puede dejar secuelas profundas como ansiedad, baja autoestima o incluso TEPT-C (trastorno de estrés postraumático complejo).
¿Qué puedes hacer si te identificas?
✅ Ponle nombre a lo que estás viviendo. Nombrarlo es un acto de poder.
✅ Busca apoyo emocional fuera de la relación.
✅ Infórmate. Estás en el lugar adecuado para hacerlo.
✅ Descarga nuestra checklist gratuita para ayudarte a ver con claridad.
Recuerda: el narcisista no cambia porque no ve problema en su comportamiento. No eres tú quien tiene que arreglarlo.
Conclusión
El ciclo del abuso narcisista no es amor.
Es una trampa psicológica que crea dependencia, desgaste y confusión.
Reconocerlo es el primer paso para romperlo.
Y sí, es posible salir.
Tú mereces relaciones donde puedas ser tú, sin miedo ni culpa.
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